La profesora del Centro Iberoamericano de la Biodiversidad (CIBIO) de Alicante Estefanía Micó ha asegurado que el consumo de insectos en la dieta humana aportaría beneficios nutritivos y medioambientales y ayudaría a poner freno a los problemas derivados de la ganadería y la superpoblación del planeta.
Esta experta impartió durante la semana pasada la ponencia ‘Comer insectos: un regreso al pasado con mucho futuro’, dentro de la primera Jornada Gastronómica «Insectos en el plato: una dieta saludable y sostenible» llevada a cabo por la Universidad deAlicante (UA).
En declaraciones a Efe, manifestó el sábado que la demanda de carne «es cada vez mayor» y que la agricultura y la ganadería tienen «un impacto medioambiental muy grande», además de que los recursos terrestres «son limitados».
Por ello, consideró el cultivo de insectos en granjas como una forma de prevenir y paliar dicha situación, pero «no sólo como una alternativa, sino pensando también en la salud de las personas».
Explicó que los bichos son un alimento que podría «paliar el hambre y el sobrepeso de la población», pues son «muy ricos en proteínas y vitaminas B, con una amplia variedad de especies y bajos contenidos en colesterol».
Para certificar esto, se refirió a un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el que se muestran datos que aseguran que 100 gramos de carne de vacuno pueden contener un 28 por ciento de proteínas, mientras que la misma cantidad de, por ejemplo, larvas de escarabajo puede llegar hasta un 70 por ciento.
En cuanto a las ventajas medioambientales, Micó señaló que en muchos países las emisiones de gases invernaderos generadas por la ganadería «casi equivalen» a las provocadas por los vehículos, algo que «cambiaría muchísimo» si se apostara por la cría de estos invertebrados.
«A igualdad de peso, la ganadería de insectos supondría un 1 por ciento del total de los gases emitidos por la tradicional», detalló.
Además, valoró que se reducirían los porcentajes de superficie terrestre destinados a la ganadería, que actualmente está en un 30 por ciento del total del planeta. De ese porcentaje, un 70 por ciento se centra sólo en la producción de carne, según concretó.
Aun con todas estas ventajas, Micó reconoció que el problema principal para su instauración es «totalmente cultural», si bien indicó que un tercio de la población mundial consume insectos y que en Europa, en tiempos del Imperio Romano, «eran considerados un manjar».
«Debemos volver a explotar esa fuente de alimentación pero no como castigo -por las consecuencias de la superpoblación- sino por un tema de salud», sentenció. EFE